En estos momentos, cuando recorrer continentes y desiertos, cruzar mares y ríos, representa la única oportunidad para cientos de miles de seres humanos de encontrar un modo más humano de vivir, es cuando aparecen y se multiplican, de manera vergonzosa, nuevas y cada vez más crueles barreras que impiden el acercamiento de estas personas a una vida en los límites de la dignidad. Es cuando aparece, sin pudor, el mundo de las fronteras y de los muros.
Si hay algún lugar en 2014 donde este asunto se sale a diario de los límites de lo que podría resultar incluso creíble, éste es sin duda el entorno ribereño del Mediterráneo, “un mar entre todas las tierras” un mar que separa las regiones más deprimidas del Sur de las ricas potencias europeas del Norte. Una situación que afecta a Europa y a sus países en igual medida y cuya resolución pasa por que la propia Europa unida encuentre la salida.
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