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Dorantes pura musica |
El pianista levanta el telón de Flamenco Viene del Sur en el Teatro Central Dorantes está en un momento dulce como las torrijas, que por cierto, están a punto de caer. La presentación de su nuevo disco Sin muros en el Teatro Central de Sevilla, donde se echó de menos a los responsables de las instituciones organizadoras, que últimamente están missing, sirvió para corroborar lo que ya muchos de los aficionados sospechábamos, es decir, que el de Lebrija tiene carrete para seguir dando satisfacciones y dentro de una inventiva inteligente, sabia y perfectamente estudiada. Ni un hilo sin coser. No necesitó de cante ni baile, tan sólo el magnífico contrabajo de Francis Pose y la extraordinaria soltura y eficacia en la batería y percusiones de Javi Ruibal, al que habrá que tener en consideración y dejar de llamarlo Junior, pues este joven de 29 años vuela libre, alto y sin necesidad de apellidos eméritos. De flamenco escuchamos poco, o más bien, lo escuchamos sutilmente, porque es obvio que el sevillano, viniendo de donde viene, lo lleva en los genes. Pero del resto, escuchamos mucho, sobre todo jazz, recordando en ciertos momentos, sobre todo en el cuarto tema que da nombre a parte del disco, Sin muros ni candados, a los cúlmenes de las improvisaciones en las inolvidables e históricas noches de Jazz en Montreal, donde por cierto cerró esta última edición justo el mismo año de la muerte de su insigne fundador. Pero a mí me recordaba a eso, a los largos de más de 15, 20 minutos que se beben los músicos de jazz en estos escenarios cumbres mientras emborrachan de sentidos al respetable, rompiendo a aplaudir al final de los fraseos o en las calientes y pellizcosas improvisaciones. Pero por encima del jazz y del flamenco está la música y eso es lo que se paladeó en el recital de Dorantes. Pura música. Qué gustazo. Hacía tiempo que no disfrutaba tanto con la música como la pasada noche con Dorantes, en la inauguración de este Flamenco Viene del Sur, perfecta apertura de toriles para el 2013, mejor no pudo ir la cosa. Dorantes sabe perfectamente cómo utilizar los tiempos y apremiar al compañero fiel, deja sitio para todos, para los solos de Francis, que se acompañaba él mismo los acordes con un sonido gutural que parecía emanar de las diatribas alocadas del mismísimo Guillespie, un portento de contrabajista que disfruta con las diabluras de David Peña, al igual que Javi Ruibal, quien me comentaba al final del concierto que era un auténtico lujazo tocar para el de Lebrija, y bien que se reflejaba en su rostro y su perfecta sincronía, acariciando sin maltratar cada instrumento, dotando de personalidad un simple splash en el momento preciso, siempre atento al boss. Dorantes ha ganado seriedad, sapiencia, frescura, improvisación, autonomía para hacer lo que le viene en gana sin ataduras ni obligaciones, ni con el apellido, ni con el género. Está abriendo muros y dudo que sea su pretensión, más bien es su propia necesidad de introducirse en otras disciplinas que siempre fueron primas cercanas al flamenco, aunque nacieran en la otra parte del mundo. Su repertorio es una enseñanza transparente de sus inquietudes y sabe trasladarlas perfectamente al exterior y montar con tan sólo un piano, un bajo y una batería, una auténtica banda, como en los orígenes del jazz. Como decía Javier Ruibal, en este caso padre, en su disco de Pensión Triana: « tremenda la banda», pues eso.
Dorantes ha ganado seriedad, sapiencia, frescura, improvisación, autonomía para hacer lo que le viene en gana sin ataduras ni obligaciones, ni con el apellido, ni con el género. Está abriendo muros y dudo que sea su pretensión, más bien es su propia necesidad de introducirse en otras disciplinas que siempre fueron primas cercanas al flamenco, aunque nacieran en la otra parte del mundo
jerezjondo.com Manuel Sualis 19/02/2013 |
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