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Dorantes, 14 Festival Mil·leni, Barts, Barcelona

Sin muros! (2012), tercer y último trabajo de David Peña Dorantes, un disco trufado de perlas, con un elenco de voces flamencas prodigiosas. La profunda y cimbreante de José Mercé. La de Carmen Linares, sin duda alguna, la gran dama actual del flamenco. La del catalán Miguel Poveda, uno de los actuales revulsivos de éste género y auténtico fulminador de relojes, con sus entregadas actuaciones que sobrepasan las tres horas de duración. La ondulante y modulada del onubense Arcángel, que pocos días antes nos ofreció en Barcelona una conmovedora y brutal actuación, de las que te dejan boquiabierto desde el primer minuto hasta un tiempo después de haber finalizado el último bis, acompañado por el sevillano Fahmi Alqhai, más una reducida versión de la Accademia del Piacere, música barroca, flamenco e improvisación según los bagajes de cada uno. Mención aparte corresponde el tema con la voz del maestro, desgraciadamente desaparecido, Enrique Morente, que sólo por la interpretación de sus “tientos” y el exquisito y sutil acompañamiento musical, ya justificaría por si solo este trabajo. Además de las voces citadas, hay que remarcar la participación de la cantante israelí Noa, el bandoneón del argentino Marcelo Mercadante, el contrabajo de cinco cuerdas, flamenco, flamenco, del francés Renaud García-Fons y el violinista marroquí Faical Kourrich, todos ellos espléndidos.

Sin muros musicales, ni sociales, ni fronterizos, Dorantes, combina y funde, amable e inteligentemente, algo más de tres mundos: la música clásica, el flamenco, el jazz, más unos cuantos afines.

David Peña, procede de una saga familiar de considerables mimbres gitano-flamencos, nieto de María la Perrata (1922-2005), hijo de Pedro Peña, maestro de escuela, guitarrista y cantaor, sobrino de Juan Peña “El Lebrijano” (especialista en mezclar y entrelazarse con otras músicas y músicos, aparentemente alejados de su mundo, como La Orquesta Andalusí de Tánger, Encuentros -1983-, las Voces Búlgaras, Lágrimas de cera -1999- o con Faical Kourrich, Puertas abiertas -2005-), entre otros miembros ilustres de esta familia andaluza.

En la actuación ofrecida en la sala Barts (hasta hace muy poco Arteria Paral•lel), apareció con un formato de los que podríamos catalogar como escueto y económico, en formato de trío: piano, contrabajo y batería. Un formato que tantas buenas noches y sesiones ha deparado a los amantes del jazz, especialmente de los amantes del jazz en directo, que dista considerablemente de los trabajos de estudio.

Vino acompañado de dos jóvenes e interesantes músicos. Javier Moreno, contrabajista madrileño residente en Nueva York, de toque firme, seguro, de sonido bien musculado y redondo. Javi Ruibal a la batería, miembro del grupo Glazz e hijo del cantautor Javier Ruibal, un batería que excede de las funciones de tal y que se introduce por los campos más amplios de la percusión, donde para percutir, o acariciar, le son tan válidas las escobillas, como las baquetas o como sus propias manos, con un set bien particular, cuatro platos, charles, bombo, caja, timbal, darbouka, djembé, cajón y pandero. Un batería que se mueve ágilmente por los más variados y diversos pasajes, desde los más contundentes y convulsivos a los más discretos y detallistas, que sabe jugar elegantemente con los silencios musicales.

Dorantes reinventó su excelente y totalmente recomendable Sin muros!, -un trabajo complejo, plural y coral-. Lo reconvirtió notable e interesantemente, pasándolo por el prisma jazzístico, con elementos de fusión y grandes trazos flamencos, dejando muestra fehaciente de la capacidad de este compositor y pianista de saber adaptarse a las diferentes circunstancias y planteamientos, de forma positivamente camaleónica, no en vano, mantiene, de forma esporádica, el trío Free Jazz Flamenco Ensemble, con el contrabajista García-Fons y el flautista búlgaro, de kaval, Theodossii Spassou.

Este trío, camina y ¡cómo!, perfectamente compenetrado, dinámico, elegante, de ideas y líneas nítidas, que se van autoalimentado, interactuando y jaleando musicalmente, que saben escuchar y escucharse.

Interpretaron siete de los once temas que componen su último trabajo, la guajira “Atardecer”, “Ante el espejo” a piano solo, los tangos “Errante”, las bulerías “Sin muros ni candados”, la alegría “Caracola”, la seguiriya “Aliento” y las también bulerías “4 leguas de amor”. Posteriormente el público con sus aplausos y jaleos, y buena parte de él puesto en pie, consiguió hasta tres bises, dos de ellos pertenecientes a su primer trabajo discográfico, Orobroy (1998), “Semblanzas de un río” y el tema homónimo. Resumiendo, otra gran velada jazzístico flamenca.

tomajazz.com    Joan Cortés    09/02/2013