CONCIERTO DE DORANTES Y MARINA HEREDIA
Fecha: miércoles, 26 de agosto. Lugar: auditorio Baluarte, Iruñea. Intérpretes: Marina Heredia, a la voz, acompañada por Dorantes, al piano; Javi Ruibal, a la batería y a las percusiones, y Anabel Rivera y Jara Heredia, a las palmas y a los coros. Incidencias: 5ª cita del programa II Flamenco On Fire. Presentación de Las Esencias, nuevo espectáculo de los artistas. Lleno prácticamente. Público entregado. Hora y ¾ de duración, un bis incluido.
El escenario durante esta semana denominado Flamenco on Fire, esto es, el de la sala de Cámara de Baluarte, acogió para cruzar el ecuador del ciclo un viaje musical muy especial; una singladura sonora que, en clave flamenca, sin perder el norte en ningún momento (el Sur mejor dicho, hablando de lo que estamos hablando), llevó a pasaje y tripulación por parajes de diferentes y cautivadoras raigambres. Y, hablando de la segunda, de la tripulación, he aquí qué tenemos que decir en líneas generales: que muy bien. Que vaya lo bien que pilotaron la nave los comandantes Heredia y Dorantes.
Portadora ella, Granada, 1980, de un timbre espectacular; tenido él por la crítica entendida (Lebrija, 1969) por el Paco de Lucía del piano, ambos, en solitario, iniciaron camino visitando la nana Al calor de la manta de Lole y Manuel, prosiguiendo, coristas y baterista & percusionista ya sobre el escenario, por alegrías, guiños de fondo a Camarón de la Isla. Acto seguido, tras una tercera interpretación pilotada por Marina, cómo esparció sus personales esencias la cantaora; de manos -nunca mejor dicho- de pianista y baterista llegó uno de los momentos más excelsos y brillantes del viaje, con ambos dando vida a unos momentos musicales de transición -si se quiere- que, sin abandonar la pieza tan siquiera, nos trasladaron, en la progresión que se quiera, de algo bueno a algo todavía mejor: gobernada la presente interpretación instrumental por ritmos verdaderamente inusuales en el flamenco, incluso cercanos al ambient y al trip hop, con Ruibal haciendo latir con mimo y cuidado parches y platillos bajo las especiales estelas dibujadas por Dorantes. Con semejante pareja artística dejando entrever lo siguiente, que, si bien tal vez no exista el preciosismo absoluto (al igual que no existe la perfección), tal vez el respetable se acercara al mismo con su hacer como pocas veces ha de tener ocasión: y ello, lo que acabamos de decir, pese al nivel que está habiendo en la presente edición de Flamenco on Fire, dejando la noche elevada a una estratosférica dimensión.
Tras semejante demostración de maestría, en una velada marcada por muy diferentes combinaciones de artistas sobre el escenario (siendo Dorantes el único nexo de unión de todas ellas), acto seguido reapareció Heredia por coplas, luciendo la totalidad del plantel bajo sus compases en todo su esplendor; dejando entrever no haber lugar en el mismo para reyes y peones: ser todos y cada uno de sus componentes de primerísima división. ¿Más momentos a destacar? Por su carácter arriesgado, el segundo instrumental de la noche a cargo de los protagonistas del anterior, de carácter tan rupturista esta vez como experimental; con el gran Dorantes, con la complicidad de Ruibal, llevando al extremo las posibilidades del piano. Llegando al extremo de las mismas, dando siempre con la tecla adecuada a ritmos de latin jazz & latin flamenco (si se quiere), siendo premiados los dos con una nueva y sonora ovación.
Ya con las 22.30 horas en lontananza, Heredia anunció el final del viaje, llegando este a su conclusión por bulerías, con el poeta flamenco Manuel Molina y Rocío Jurado en el recuerdo: dando a entender Marina lo siguiente con la elección de la segunda -principalmente-, tener plena seguridad en sí misma para enfrentarse a listones como este, superando su altura a la perfección. Llevando la noche, a la espera de la obligada propina, a un inmejorable colofón.
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Oscar Beorlegui
28/08/2015
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