El pianista sevillano Dorantes y el contrabajista Renaud García-Fons firman a medias ‘Paseo a dos’, un disco lleno de aciertos y de aportaciones personalísimas
No se puede decir que lo último de David Peña Dorantes sea exactamente una sorpresa para el público sevillano. Recordemos que en la pasada Bienalita, concretamente en el Lope de Vega, ya se pudo oír en directo un adelanto de este nuevo disco, Paseo a dos, que acaba de editar junto a su egregio compadre, el contrabajista francés Renaud García-Fons.
No es una sorpresa, pero resulta igualmente asombrosa la conjunción de talentos que se da en esta grabación, la sensibilidad y el atrevimiento con que el lebrijano y el parisino hijo de emigrantes españoles, uno flamenco y el otro jazzero pero ambos abiertos a todos los horizontes, se citan en un espacio común de inspiración y complicidad extremas.
El primer asombro es comprobar cuánto da de sí la orquesta de dos, el modo en que ambos exprimen todas las posibilidades de su instrumento. «El piano tiene muchas tesituras, y con Renaud he intentado también crear distintos climas, timbres, tocar nuestros instrumentos por fuera, por dentro y como sea, sacarle toda la riqueza», explica Dorantes. «Había que ocupar el mayor espacio posible para que no pareciera que estábamos solos. Además, ha quedado un disco muy rítmico, porque los dos instrumentos son percusivos, pero también usa Renaud el arco, o yo imito el arpa tocando las cuerdas del piano por dentro», agrega el artista.
Lo mismo sucede con el repertorio escogido, que no es en absoluto unidireccional, sino que invita a imaginar un vaivén musical y hasta geográfico con sonidos de ida y vuelta, bulerías que concluyen en aires casi célticos, soleás que saben a tango argentino, el garrotín que se abre en la liviana... «Nos gusta que se vean las diferentes disciplinas de donde venimos, las distintas culturas y preparación que tenemos, y que se encuentran aquí a través del flamenco», prosigue el pianista. «Habíamos colaborado en varias cosas antes. Pero desde el primer momento te das cuenta de cómo entras en conversación con alguien y todo fluye. Estamos de acuerdo en muchas cosas, de modo que dijimos: ¡vamos a grabar! Y lo hicimos, trabajando durante una semana, en mi estudio».
Según Dorantes, García-Fons «es hijo de un artista, pintor y escultor, amante del flamenco, y él mismo es un enamorado de esta música», lo que ha facilitado que la comunicación entre ambos fluya desde el minuto uno. «No se sentía ni mucho menos en un sitio que no haya pisado muchas veces. Su calidad musical, además, es extraordinaria», asevera.
Y aunque su natural modestia le impide regodearse demasiado en los resultados obtenidos, Dorantes reconoce estar satisfecho con su evolución, que bien puede calificarse de imparable. «Voy avanzando, recorriendo camino. Quizá todo sea eso, y en el caso de esta obra está claro que requería esta fórmula, tratar de adaptarse al dúo y dar lo mejor de uno», confiesa este admirador de Keith Jarret y Gonzalo Rubalcaba como de Bartok o Stravinski. «Hace tiempo que empecé a sacar mi propio lenguaje, siendo un autodidacta absoluto. Todo lo que he crecido, lo he hecho en mi habitación, en mi estudio. Yo solo», comenta.
«No sé si he alcanzado mi madurez, pero sí son muchos años estudiando, enfrentándome al público. También es verdad que cuando empecé no tenía niños, y ahora tengo dos: todo eso te va forjando. La música es un lenguaje, y yo me expreso como vivo», concluye el músico lebrijano.
elcorreoweb.es
Alejandro Luque
20/12/2015
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